
Chiapas de Tradiciones
EL TROMPA PELONA
En un pueblo serrano, la virilidad y guapura masculina se medían por la presencia del bigote. Ruperto, joven veinteañero, vivía una tragedia: su labio superior estaba más liso que las rodillas de doña Eduviges, la rezandera del pueblo.
Zuleima, su madre, le increpaba:
—Ruperto, ¿no te da vergüenza que Chepito, el vecino, que es menor que vos, ya usa bigote?...
¡Trompa pelona!
El lampiño se defendía:
—¿Acaso yo tengo la culpa? Si usté se hubiera casado con un bigotudo no estaría yo lampiño.
Zuleima argumentó:
—“El Bagre”, tu difunto padre, sólo tenía tres pelos por lado, ¡pero tenía! En cambio, yo sí tengo bigote. ¿Por qué no me sacaste a yo?... ¡Trompa Pelona!
—Mamá, no me digás Trompa Pelona.
—¡’Ora sí! —dijo la matrona—, el hijo le va a decí a su mamá cómo le va a apo- dá… ¡Trompa Pelona!
Ruperto, atosigado por su madre, fue a consultar a Chepito, quien a sus dieciséis años ya lucía un impresionante bigote:
—Vecino, necesito bi- gote. ¡Ayudáme, no seas cabrón!
Además de velludo, Chepito era tunante y no desperdiciaría la ocasión para joder a su vecino y ga- narse unos pesos.
—Tu remedio es sencillo, hay que rezarle a los santos sacabi- gotes. La receta te va costar una paguita, pero funciona. Le preguntó:
—¿Cómo lo querés tu bigote?
—Chingón, que parezca plumero
—pidió Ruperto.
Fueron al altar de su casa. Chepito le ordenó: ¡rezá conmigo!:
—San Antoñote, ¡que me salga el bigote!
—Santa Butarga, y si no es mucho pedir, ¡también barba!
—San Lucas Lucatero, ¡que mi bigote parezca plumero!
—San Papucho, ¡que no se tarde en salí mucho!
Le funcionaron tres santos: San An-toñote, San Papucho y San Lucas Lucate-ro, su bigote parecía plumero.
La dicha de Ruperto fue fugaz. A su mamá no le gustó como le brotó el bigote a su hijo, ahora le decía “Tromp’eplumero”.
Ruperto le reclamó.
—Así lo pediste —le aclaró Chepito—.
Santiguándose, rezó de nuevo:
—San Crispín Chumacero, desactivá a San Lucas Lucatero ¡que su bigote de’ste sonso ya no parezca plumero!
Le preguntó:
—¿Cómo querés que te salga el bigote?, ¡pensalo bien, luego no quiero reclamación!
Ruperto, titubeante, dijo:
—Lo quiero… ¡hermosote!
—¡San Chonito del Peyote, ya lo escuchaste, lo quiere hermosote!
El bigote de Ruperto salió más feo, cuan-do otra vez fue a reclamar, Chepe le aclaró:
—El bigote salió como lo pediste, ¿cómo lo pediste?
—¡Hermosote!
—Así’stá, ¡como el mozote!

Nombre: Enrique Orozco
Ocupación: Escritor y miembro fundador del movimiento cultural Rial Academia de la Lengua Frailescana
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